Ibn Cano           

Ibn Cano es un proyecto editorial en el que culmina una promesa que le hice a mi primo Pablo, dos años después de morir su padre, Carlos Cano, en la misma playa donde aprendió a nadar con mi madre siendo chicos. Por entonces Pablo tenía seis años y aunque ya mucha gente se acercaba a contarle quién era su padre, todos sus recuerdos juntos se reducían a sus primeros años de vida; viajes, conciertos y juegos que compartió con él, tanto en la casa en Espartinas como en la que Carlos se compró con mi abuela en la vega de Granada.

Recuerdo que tras cerrarse el portón del crematorio aquel frío 20 de diciembre fuimos a ponerle unos claveles a la tumba de mi abuela, allí, a modo de epitafio, Carlos dejó grabada una frase que nos sirvió de consuelo; Siempre viva en quien te quiso.

El día anterior, en la capilla ardiente que se instaló en el Ayuntamiento de Granada recibí una caricia de Enrique Morente, que poco antes estaba diciéndole a José Antonio Labordeta, en presencia de Diego de los Santos, una de las claves que me ha permitido ir entendiendo toda la dimensión de Carlos Cano más allá de recuerdos y lazos familiares; Se nos ha roto el alambre que lo sostenía todo. Esas dos sentencias han sido la base para recuperar la figura de Carlos y liberarla de mediocres y mercaderes.

Decía García Márquez que la vida no es otra cosa que el recuerdo de lo vivido y la forma de contarlo. Por eso aunamos memoria para aportar algunas de las claves que hicieron forjarse a Carlos como un hombre de luz; su rebeldía innata y una sensibilidad extrema agitadas por esa curiosidad voraz que le llevaba a escarbar en la cultura popular y devorar libros y discos hicieron de él un músico inquieto que nunca cogió atajos, con una ética y estética muy definidas que le llevaron a ser un artista popular y comprometido, honesto, crítico y veraz.

En estas páginas hacemos un repaso a la memoria familiar compartida y a algunos de los momentos más importantes de su vida; revisitamos sus referentes vitales —aquellos seres humanos más luminosos y buenos que fue conociendo por el camino; Enrique Morente, José Aumente, Diamantino—, las mujeres trabajadoras y resilientes que tanto admiraba; su madre, su abuela, su hermana, el amor de su vida, las cantantes malditas que le inspiraron en su desarrollo artístico y personal; Violeta Parra, Amàlia Rodrigues, Billie Holliday, Édith Piaf o María Dolores Pradera, las influencias a través de las cuales desarrolló su carrera y algunas de sus canciones más significativas.

Una revista única que nos sirve para cantar la melodía de las líneas del horizonte recordando quiénes somos y de dónde venimos.

     «Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba.
      Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba,
      de la gloria en las flores, no hay que afligirse.
      Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo…»

      Oda a la inmortalidad, William Wordsworth

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Textos: Ana Silva, Sebastián de la Obra, Juan José Téllez, Ignacio Camacho, Olalla Castro, Carlos Taibo, Jairo García Jaramillo, Jose Chamizo, Antonio Sánchez Morillo, Aristóteles Moreno, Federico Mayor Zaragoza y Tono Cano

Ilustraciones: El Niño de las Pinturas, Carlos Azagra, Annie Knock, Garrido Barroso, MªLuz Reyes Nuche y El Guardabosques

Música (Anartistas): Rober Wiydn, Álvaro Ruiz, Javier Álvarez y Pablo Cano

Fotografías: Pablo Juliá, Colita, JJ Mullor, Eva Sánchez y Tono Cano

Poemas: Pablo del Águila, Juan de Loxa y Carlos Cano

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